lunes, 31 de agosto de 2009

Lazos


¡¡¡Estoy empezándome a hartar!!!
¿Por qué siempre tengo que ser yo la que queda mal?
Hasta cuando no tengo la intención de discutir siempre quedo como la que inicia todo, como la que no puede decir nada porque no importa lo que salga de sus labios, siempre es cuestión de disputa.
No soy una persona conflictiva, al menos no para con el mundo.
Pero siempre soy la que inicia el pleito.
Todo porque quiero decir algo.
A veces pienso que si no elevo la voz nadie me escucha, y aún en las pocas veces que lo hago, repito no soy conflictiva, tampoco nadie me escucha.
Nunca nadie escucha.

jueves, 27 de agosto de 2009

EL REGRESO DE LA MUJER INVISIBLE...


Abro mi boca y de ella salen palabras, las siento resonar en el ambiente... pero nada... ni una respuesta...
Miro a mi alrededor, tal vez mi potente imaginación traspaso los límites de mi mente cediendo a la locura y ya comencé a alucinar...
Resoplo en vano palabras que nadie oye...
Ilvano frases que nadie se digna a escuchar...
No es mi imaginación, diablos no estoy sola!!!
Y sin embargo, no se que pasa... Bueno, sí se que pasa... Cuando yo hablo pasa un tren...
Y mis intentos de ser escuchada, de que alguien me preste cinco miseros segundos de atención se va al carajo...
Señores, señoras, jóvenes y niños: la mujer invisible ha retornado!!!

sábado, 22 de agosto de 2009

Mi armadura oxidada


Muchas veces me he escondido en vano detrás de esa máscara que suelo mostrar al mundo cuando no quiero revelarme, cuando no quiero exponerme... a veces porque no me siento lo suficientemente cómoda para hacerlo... a veces simplemente porque temo que me lastimen...
¿Cuántas veces ya derrame inútilmente lágrimas por lo no vivido, por lo no sentido?
Y sin embargo, ahí está esa armadura de hierro ya oxidada, sin nada más que ofrecer porque todo lo que escondí, todo aquello de lo que me "protegió" no existe, o quizás si existe pero ya no lo necesito, porque a duros golpes crecí y cambie, para bien o para mal.
A pesar de todo ahí está... inmutable, inamovible y con toda la disposición del mundo para quedarse y aferrarse a esos pequeños momentos de incertidumbre y debilidad cuando mi razón cede a ese enmarañado mundo oscuro que tiene todas las batallas fantasmales para luchar en contra de ese monstruo que es el miedo que nos petrifica.
Me calzo los auriculares y pongo la música a todo lo que da para desaparecer esos espectros molestos que revolotean en mi cabeza como las moscas del verano; y empiezo a andar, a correr, a volar, a luchar con esas armas que fui construyendo.
Si bien ya no necesito tanto esa armadura ya oxidada, no puedo tampoco desecharla porque es parte de mí, fue parte de mí y es necesaria mantenerla aunque sea en desuso para no olvidar todo lo que viví, para recordarme que hay batallas que se pelean en vano y que es mejor poner mis fuerzas en lo que sí vale la pena.
Mi armadura oxidada está ahí, siempre firme y despuesta a actuar... depende de mí procurar no quedar atrapada bajo su encanto de falsa protección...