sábado, 15 de febrero de 2014

Transitando la zona de la angustia


"Esta atmósfera de sueño y de inquietud que lo hacía circular a través de los días como un sonámbulo, la denominaba Erdosain, «la zona de la angustia». Erdosain se imaginaba que dicha zona existía sobre el nivel de las ciudades, a dos metros de altura. Esta zona de angustia era la consecuencia del sufrimiento de los hombres. Y como una nube de gas venenoso se trasladaba pesadamente de un punto a otro, penetrando murallas y atravesando los edificios"


Los siete locos, Roberto Art

Ando transitando por la zona de la angustia, es una sensación de mierda que lo único que me deja es un vacío emocional y los ojos hinchados. Y sé que lo que lo ocasionó es una estupidez, lo que no lo es es que nadie, a excepción de mi hermano, intentó acercarse y ayudarme; y otra vez caigo en esa claridad de la persona que desean que sea pero que no puedo ser siempre, la servicial y sin problemas yo. Porque yo puedo solucionar, ayudar y hacerles favores a todo el mundo... y a mí que me parta un rayo. No puedo estar mal, no puedo tener un problema y nadie me puede hacer un maldito favor. No sé porqué sigue sorprendiéndome, supongo que mi gran defecto es creer que la gente es mejor de lo que realmente es, cuando la realidad es que tan solo unos pocos son los que realmente me quieren en las buenas y en las malas. Incluso mi familia se comporta como si no existiera, me ven mal y me dejan merodear con la mirada triste, el silencio clavado en mi garganta y los ojo inyectados por estar lloriqueando mientras deambulo intentando salir de esta zona gris. Dejan que se me pase la locura cuando en realidad tal vez necesitaría que alguien abrace esa locura conmigo y la deje salir; y no ver que mi comportamiento está mal. Porque después es ¿se te pasó la locura? La verdad: ¡NO! Porque tu actitud me duele más que las estupideces que me hacen poner así. 
Y así estoy, transitando la zona de la angustia, dándome cuenta de como son las cosas y teniendo un poco de claridad hacia donde debo ir y quien me tiene que acompañar o no. El mundo sigue con su vida y yo intentaré continuar con la mía.

domingo, 2 de febrero de 2014

Como el Coronel Brandon


“Brandon es justamente el tipo de hombre –dijo Willoughby un día que estaban hablando de él- de cual todo el mundo habla bien, pero de quien nadie se acuerda que exista; todo el mundo está encantado de verle, pero nadie se acuerda de dirigirle la palabra”.
Sentido y sensibilidad.
Jane Austen


Dicen, y particularmente creo o intento hacerlo, que los amigos son la familia a la cual elegimos. Digo que intento creerlo porque hace tiempo que me cuestiono sinceramente ello. No se trata de no sentirme querida, es solo que como a mi buen querido Coronel Brandon, parece que nadie se acuerda que exista o de dirigirme la palabra. Tengo muy buenos amigos, los más cercano e íntimos los cuento con los dedos de una mano y creo que me sobran, pero últimamente siento que nadie me recuerda. Está bien, hace poco fue mi cumpleaños y todo el mundo vino a saludarme pero no se trata de una ocasión especial, hablo del día a día, muy poca gente me recuerda y mucho menos es la que se molesta siquiera en hablarme o mandarme siquiera un mensajito. Ok. No soy la persona más divertida del mundo pero… ¿por qué nadie quiere pasar tiempo conmigo? Siento que la única persona a la cual le importa está a miles de kilómetros y al resto que tengo tan cerquita ni se molesta en visitarme o invitarme a hacer algo. Y todo lo que hago es quedarme en casa a entretenerme sola porque no soporto la idea de no tener nada por hacer. Y cuando propongo algo es como si estuviera hablando con una pared y entonces vuelvo a caer en la conclusión de que solo soy buena cuando me requieren, cuando necesitan algo de mí. Y aunque sea mentira y solo parte de mi imaginación, sentirlo es una mierda. Amigos son en las buenas y en las malas… ¿no? ¿Por qué siempre siento que estoy en las malas? ¿Porque siento que le doy prioridad a personas que sólo me tienen como opción? Y elevo estas palabras hacia el cosmos y espero que el tiempo lo diga todo.