domingo, 23 de marzo de 2014

Honesta

Ayer me dio un ataque de sinceridad en el trabajo, no uno malo, sino uno de esos momentos en que sencillamente el miedo se hizo a un lado decidí abrir mi maldita boca para compartir lo que siento.
La semana que viene arranco a cursar en la facultad y creo que por ahí vino la mano. 
Mi primo me preguntó para que cursaba ahora que tenía trabajo ¿y si te llaman de alguna escuela? ¿No las podes hacer libre (a la materia)? Y había arrancado a decirle si no tenía idea de lo que implicaba hacer una materia libre, la cual no tiene por cierto, pero en vez de eso decidí decirle la verdad del motivo principal por la que empecé a cursar de nuevo. No sé porqué, sencillamente lo hice... le dije que no cursaba sólo para hacer la carrera sino para salir de casa, conocer gente... pero no pude continuar porque el me interrumpió nuevamente con el discurso del trabajo y de que en el fondo sé, como el resto de mi familia piensa, que estudiar es una idiotez si ya tengo un título. 
No sé porqué me estoy haciendo estoy un sábado por la noche, es que se me quedó la expresión de mi primo clavada en la cabeza, la mirada de incomprensión total cuando yo le decía lo de estar todo el día en casa sin hacer nada, sin ver a nadie y sin que nadie venga a verme.  
Pero no importó el esmero que hice en tratar de explicar lo que siento. Supongo que asume que yo soy así, que me gusta estar en casa, que no me gusta salir, que soy aburrida (para ellos).... cuando sencillamente no es así. 
Las palabras se silenciaron y dejé de intentarlo. Creí que hacía un avance al abrirme y lo único que conseguí fue estrellarme. 
Y no sé porqué pero me duele.