miércoles, 18 de febrero de 2015

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En los últimos días he tomado la decisión de retomar la terapia.
No es algo que haya surgido de un día para otro, es una conjunción de hechos y consideraciones que hacen que opte nuevamente por ella. 
Por los últimos dos años he sufrido altibajos y esperado que se solucionen por otras vías. Primero fue mi diagnóstico de hipotiroidismo que hacía que no pudiera concluir mis días sin sentir un agotamiento extremo inusualmente en mí. Pensé que con el diagnóstico y la medicación volvería a la "normalidad"; y si bien el cansancio que sentía a diario se fue, el resto de lo que sentía continuaba allí. 
El trabajo comenzó a llegar y si bien empecé a sentirme satisfecha y útil con ello... lo único que hacía era llenar mi pensamiento en cosas que debería hacer. 
Continuando con los médicos, se me diagnóstico un edema bipapilar, que traducido vendría a ser la inflamación del nervio óptico y que a ratos me producía una ceguera en el ojo izquierdo. No les voy a mentir, me asusté mucho y fue ahí que comenzó mi traqueteo por hospitales y hacerme estudio. Nunca fui valiente para este tipo de cosas, especialmente y por suerte cuando mis únicas consultas al médico no han sido más que por un resfrío y un dolor de panza. Consultas con el neurólogo, con el oftalmólogo y varios estudios de por medio; el diagnóstico llegó y con ella la medicación adecuada para el tratamiento. 
Los síntomas comenzaron a disiparse para esa sensación de no sentir nada, de no entusiasmarme con algo... no desaparecía.
Se lo consulté al neurólogo -un divino el doctor- y me dijo que esos estados podían ser resultado del stress. Y lo tomé así, esperando que cuando las cosas se normalicen comenzarían a sentirme mejor, a volver a ser yo.
Durante el viaje tuve un impass... me obligué a disfrutarlo aunque la sensación de plenitud sólo se asomó en unos pocos momentos. Fueron unas vacaciones de mi rutina y me agradaron, sólo hubiera deseado experimentar cosas que uno sueña con un proyecto así y que siendo realista probablemente pase sólo en una comedia romántica.
Las fiestas trajeron unos cuantos tragos amargos en mi familia. El cáncer y el miedo que produce esta enfermedad se instaló en torno de un ser muy querido. Un ser a quien quiero con toda mi alma y adoro como un padre, con el que me crié. Fue y es muy duro para todos, lo bueno es contar con la familia y los amigos en un momento así; y tener fe... porque en momentos como estos lo único que podemos hacer es pedir por lo mejor. 
El mes de enero la pasé en reposo debido a mi vesícula y a principios de febrero me operé. Estoy bien y contenta de haber superado la experiencia. Para mí es un logro personal. Aún no me dan el alta pero ya me encuentro mejor.
Estoy retomando el estudio y la próxima semana tengo que rendir. También empiezo a trabajar y mi cabeza se pone a andar.
No es siempre... pero hay momento en que siento que la ansiedad me invada y me encuentro en medio de una vorágine de pensamientos: listas de cosas que tengo por hacer, dudas para el final, planificaciones por hacer, cosas por arreglar en casa, el amor no correspondido, las amistades que se alejan, las personas que pensaba que les importaba, los mensajes que no llegan, los sueños que siempre están, los proyectos en espera... mi vida en espera... 

¡Y lo detengo! Le digo: ¡basta! 
Pero como fantasmas reaparecen en cualquier momento, en cualquier lugar para cuestionarlo todo.
¿Qué estás haciendo con tú vida? ¿Por qué te importa? ¿No ves que no se interesa? Deberías irte... deberías quedarte... deberías luchar... 
Tantas opciones y ninguna parece la adecuada... simplemente me quedo en blanco. Sin ningún sentimiento, sin ninguna pasión, buena para todo y para nada. 
Y no se va... esa sensación que aturde mis sentidos no se va, y la música no es lo mismo, tampoco los libros, ni las películas... son sólo cosas que llenan espacios vacíos. 
Cosas que antes me apasionaban y me daban una razón para luchar ahora se convirtieron en cosas vanas que sólo adornan mi vida. 
Por eso voy a empezar terapia... conozco las raíces pero no sé como arrancarlas, ese es mi problema. 
Soy muy buena consejera, pero muy pésima en seguir consejos. 
Soy responsable, no apasionada. 
Soy amable y dulce, no loca y apasionada. 
Soy el presente y no me gusta. 
Quiero el yo futuro y no sé como alcanzarlo.